En épocas de calor extremo o durante veranos especialmente largos, el aire acondicionado se convierte en un aliado indispensable tanto en hogares como en oficinas. Sin embargo, un uso intensivo y continuado puede pasar factura a estos aparatos, provocando fallos, pérdida de eficiencia y, en ocasiones, averías costosas. Conocer los problemas más frecuentes derivados del uso excesivo es fundamental para prevenir daños mayores y prolongar la vida útil del equipo.

1. Acumulación de suciedad en los filtros y conductos

Uno de los primeros efectos de un uso continuado del aire acondicionado es la acumulación de polvo, grasa y partículas en los filtros y conductos. Cuando estos componentes se saturan, el flujo de aire se reduce y el aparato tiene que trabajar más para alcanzar la temperatura deseada, lo que aumenta el consumo energético y puede provocar un sobrecalentamiento.

Además, un filtro sucio no solo afecta al rendimiento, sino también a la calidad del aire que respiramos. Puede provocar mal olor, alergias o molestias respiratorias, especialmente en personas sensibles. Por eso, se recomienda limpiar o cambiar los filtros cada uno o dos meses durante los periodos de uso intensivo.

2. Sobrecarga del compresor

El compresor es el corazón del sistema de aire acondicionado. Si el aparato se mantiene encendido durante muchas horas al día sin descanso, el compresor puede recalentarse o llegar a fallar por exceso de trabajo. Este componente es especialmente caro de sustituir, y su avería suele implicar reparaciones complejas o incluso la necesidad de cambiar todo el equipo.

El riesgo aumenta cuando se ajusta el termostato a temperaturas muy bajas de forma constante, obligando al sistema a funcionar sin pausas. Es aconsejable establecer temperaturas moderadas (entre 24 °C y 26 °C) para evitar esfuerzos innecesarios del compresor.

3. Fugas de gas refrigerante

El uso continuo también puede poner en evidencia microfugas del circuito de refrigeración, especialmente si el equipo ya tiene años o si no ha sido revisado adecuadamente. La pérdida de gas provoca que el aire no se enfríe correctamente, y el sistema responde funcionando durante más tiempo para compensar, lo que a su vez acelera el deterioro de otros componentes.

Una señal de alarma típica es notar que el aire que sale ya no es tan frío como antes, o que el aparato tarda mucho en enfriar una estancia. Ante esta situación, es imprescindible contactar con un técnico para comprobar si hay fugas y reponer el refrigerante.

4. Congelación de las bobinas

Aunque parezca contradictorio, uno de los efectos de un uso prolongado del aire acondicionado puede ser la congelación de las bobinas del evaporador. Esto sucede cuando el flujo de aire es insuficiente (por filtros sucios, ventiladores averiados o niveles bajos de refrigerante), lo que hace que la humedad en el aire se condense y congele en las bobinas. El resultado es un aparato que deja de enfriar correctamente y puede gotear agua.

Desconectar el sistema para que se descongele es una solución temporal, pero es importante identificar y resolver la causa subyacente.

5. Aumento del consumo eléctrico

El desgaste por uso intensivo también se traduce en una pérdida de eficiencia energética. Si el aparato necesita más tiempo para enfriar, si los filtros están sucios o si hay piezas desgastadas, el consumo eléctrico puede dispararse. En un entorno doméstico esto se nota en la factura de la luz, mientras que en entornos empresariales puede suponer un sobrecoste mensual considerable.

Mantener el equipo en buen estado y usarlo con criterios de eficiencia (por ejemplo, combinando el aire con ventiladores o persianas bajadas) puede marcar una gran diferencia.

6. Fallos eléctricos

Los sistemas de climatización están formados por múltiples elementos eléctricos y electrónicos: termostatos, placas, ventiladores, sensores… El uso prolongado puede provocar calentamiento de componentes, desgaste de cables o fallos en la electrónica de control. En algunos casos, los aparatos se apagan de forma intermitente o no responden al mando.

Es fundamental que las conexiones eléctricas estén bien revisadas y que el equipo esté protegido frente a subidas de tensión, especialmente en zonas donde el suministro eléctrico es inestable.

El aire acondicionado es una herramienta valiosa para mejorar el confort en los meses calurosos, pero su uso intensivo no está exento de riesgos. Problemas como la suciedad en los filtros, el recalentamiento del compresor, las fugas de refrigerante o los fallos eléctricos pueden aparecer si no se realiza un mantenimiento adecuado. Para evitar averías y asegurar un rendimiento óptimo, conviene revisar el equipo regularmente, usarlo de forma responsable y estar atentos a cualquier señal de funcionamiento anómalo. Este servicio se lo ofrecemos en HG Clima en la provincia de Alicante. Contacte con nosotros, nos desplazamos a domicilio.

Con los cuidados necesarios, el aire acondicionado puede ofrecernos frescor y bienestar durante muchos veranos sin convertirse en una fuente de problemas.