El aire acondicionado puede ser un gran aliado en verano, especialmente en regiones como la costa del Mediterráneo donde las temperaturas alcanzan niveles elevados. Sin embargo, en el caso de las personas mayores, su uso requiere una serie de precauciones importantes para proteger la salud y evitar complicaciones. La edad conlleva cambios fisiológicos que afectan la regulación de la temperatura corporal, así como una mayor vulnerabilidad a enfermedades respiratorias, circulatorias y articulares, entre otras. A continuación, repasamos los principales aspectos a tener en cuenta para un uso seguro y beneficioso del aire acondicionado en ancianos.
1. Evitar temperaturas demasiado bajas
Uno de los errores más comunes es ajustar el aire acondicionado a temperaturas excesivamente frías. Para una persona mayor, los cambios bruscos de temperatura pueden provocar desde resfriados hasta trastornos circulatorios. La temperatura recomendada en interiores con aire acondicionado oscila entre los 24 y 26 grados centígrados, con una humedad relativa del 40 al 60 %. Mantener una temperatura moderada permite disfrutar del confort térmico sin riesgos para la salud.
2. Prevenir cambios térmicos bruscos
Pasar de un ambiente muy caluroso al interior de una estancia muy fría puede afectar negativamente al sistema cardiovascular, especialmente en personas con hipertensión o insuficiencia cardíaca. Por ello, es importante que los cambios de temperatura entre el exterior y el interior sean graduales. Esto se puede lograr programando el aire acondicionado con un modo de enfriamiento suave o temporizador, y evitando estar directamente frente a las corrientes de aire.
3. Cuidado con la deshidratación
El aire acondicionado puede resecar el ambiente, lo que contribuye a la pérdida de agua a través de la piel y las mucosas. Las personas mayores ya suelen tener una menor sensación de sed, por lo que es fundamental aumentar la ingesta de líquidos cuando se pasa tiempo en ambientes climatizados. Agua, infusiones suaves o caldos pueden ayudar a mantener una hidratación adecuada.
4. Proteger las vías respiratorias
El uso continuado del aire acondicionado puede provocar sequedad en las mucosas nasales y de la garganta, lo que favorece infecciones respiratorias o irritaciones. También puede empeorar cuadros previos de asma, bronquitis crónica o EPOC. Para evitarlo, se recomienda usar humidificadores si el ambiente es muy seco, mantener una limpieza estricta de los filtros del aparato y ventilar la estancia con regularidad.
5. Mantener una vestimenta adecuada
Aunque en verano apetece usar ropa ligera, si el aire acondicionado está encendido conviene que las personas mayores lleven alguna prenda de abrigo suave, como una rebeca o chal, especialmente si están en reposo. Esto ayuda a evitar enfriamientos y dolores articulares. También es aconsejable cubrir los pies, ya que son especialmente sensibles a los cambios de temperatura.
6. Revisiones y mantenimiento del aparato
Un mantenimiento deficiente del sistema de aire acondicionado puede dar lugar a la proliferación de microorganismos, como el Legionella pneumophila, causante de la legionelosis, una infección potencialmente grave. Por eso, es fundamental limpiar o cambiar los filtros con la frecuencia indicada por el fabricante y realizar revisiones periódicas, sobre todo si el aire se usa a diario.
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7. Vigilar el impacto en el sueño
Muchas personas mayores tienen un sueño más frágil. El aire acondicionado funcionando durante la noche puede causar molestias, sensación de frío o interrupciones del descanso. Se recomienda programarlo con temporizador o usar el modo “noche” si está disponible, para que se apague una vez se ha alcanzado una temperatura adecuada para dormir.
El aire acondicionado puede mejorar significativamente el bienestar de las personas mayores durante los meses de calor, siempre que se utilice con moderación y responsabilidad. Ajustar bien la temperatura, evitar los contrastes térmicos, mantener la hidratación y cuidar el entorno son medidas esenciales para que este recurso no se convierta en un problema. Con unas pautas sencillas, es posible garantizar un verano más seguro, confortable y saludable para los mayores.